sábado, 21 de septiembre de 2013

Actividad para Lengua y Literatura

Copie y pegue en Word  la siguiente actividad. Imprima y resuelva.  Luego preséntelo a la Lic. DORA SALAS o Lic. SONIA HIDALGO como nota para el 4to. bloque.

EL   TREN  AL   MÁS  ALLÁ
En Guayaquil, en plena bonanza cacaotera, los prósperos empresarios de la “pepa de oro” contaban sus ganancias en sucres de fajo en fajo. Cuenta la leyenda,  que dos contumaces  delincuentes asaltaron la bodega de “Don Nicolás”, uno de los hombres  más acaudalados de la época, cuyo negocio se asentaba al inicio de la calle Panamá.  Los bribones luego de hacerse con el botín, huyeron en precipitada carrera hacia el cantón Durán, aprovechando la corriente favorable del manso Guayas  a bordo de una maltrecha embarcación. La Policía estaba al acecho y para evitar ser atrapados  desembarcaron impetuosamente al pie de la estación Ferroviaria. Mientras entraban al complejo comenzó un tiroteo, en el cual un certero disparo de uno de los ladrones impactó directamente en la frente de uno de los policías, matándolo de contado.
En mitad de la confusión, y mientras el resto de agentes se atrincheraban tras unas columnas, la pareja de delincuentes consiguió subirse al tren mientras escuchaban a su espalda la detonación de más disparos de los policías. La máquina a vapor hizo sonar su clásica bocina y a los pocos instantes, emprendió su marcha, escapando dentro de ella los ladrones.
 Era de noche y el vagón estaba prácticamente vacío, sólo había dos personas más en el tren que acababan de abordar. Un mugriento mendigo encapuchado que parecía inconsciente por su borrachera, aunque no soltaba una bolsa de papel con la cual protegía una botella de licor. Y un hombre con aspecto de abogado que, perfectamente trajeado, dormía con la boca abierta. Los atracadores, al comprobar que no estaban en peligro, empezaron a reír su suerte y a trazar un plan de fuga:
Probablemente en la estación de Yaguachi, nos esté esperando la mitad de la Policía de  Durán y Guayaquil; así que, en cuanto bajemos de este trasto, tenemos que meternos corriendo en los arrozales. Dentro, ya buscaremos cómo escondernos o escapar” –dijo el que parecía más inteligente de ambos; el otro, asintió mientras vigilaba a los desapercibidos pasajeros.
La próxima estación  estaba cerca y justo al pasar por el puente sobre el río Yaguachi  -aquel puente construido por la compañía EIFFEL-  los pelafustanes contuvieron la respiración y siguiendo la tradición pidieron un deseo. “Que el Tren no se detenga”.  Asustados por la posibilidad de que un grupo de agentes armados les esperaran en el andén, se agazaparon bajo los asientos: de ese modo, los asientos servirían de escudos en caso de comenzar de nuevo un tiroteo. Pero, para su sorpresa, el tren no solamente no se detuvo en la estación de Yaguachi, sino que además aumentó la  velocidad de su marcha.
“ ¡ Se nos cumplió el deseo ! ”, -Dijo el delincuente menos inteligente. “Seguro que nos quieren llevar a un lugar que ya tengan controlado para evitar que muera alguien más en la estación. Han dado la orden al maquinista para que no se detenga” –Dijo el otro delincuente más reflexivo.
Visiblemente asustados, comenzaron a caminar como locos por el interior del tren mientras buscaban un modo de escapar; pero las puertas parecían selladas e incluso, disparando a la manilla que les permitía cambiar de vagón, no consiguieron su propósito.
Una nueva estación pasó ante sus ojos a toda velocidad. Era la estación del cantón  Milagro, pero esta vez se dieron cuenta de un detalle que en la anterior ocasión no detectaron. La gente que había en el andén esperando no parecía inmutarse, como si no pudieran ver la potente máquina que cruzaba a toda velocidad por la vía.
El tren aumentaba su velocidad con cada metro recorrido. Pasaron fugazmente las estaciones de Naranjito, Barraganental y Bucay. El tren entonces empezó a adentrarse en las tinieblas de la montaña serrana.
“¿Qué pasa aquí? Esto no lo está haciendo ningún policía” – dijo el más callado.
De repente la luz del tren comenzó a parpadear y tras cada momento de oscuridad el vagón parecía distorsionarse y volverse cada vez más tétrico. Una especie de material viscoso similar a la sangre comenzó a brotar de las paredes, los asientos que antes parecían nuevos, envejecieron de golpe y se mostraban oxidados y con el plástico derretido. Era como si hubieran sido expuestos a altas temperaturas o alguien se hubiera dedicado a quemarlos con una llama.
Aterrorizados e incapaces de articular palabra, vieron cómo una nueva estación se acercaba, pero esta vez no encontraron un andén a su paso. En su lugar había una especie de cámara de tortura en la que despellejaban vivo a un desdichado que gritaba de dolor mientras lloraba sangre. Las cámaras se sucedían una por una y la velocidad del tren se había aminorado, como para “deleitar” a sus pasajeros con las más crueles y brutales formas de torturar y causar dolor, que cada vez eran más sádicas y salvajes.
De repente el tren se detuvo y el mendigo, que hasta el momento parecía inconsciente a causa de su borrachera, se levantó. Los atracadores se quedaron petrificados al observar bajo su capucha un esquelético rostro de profundas cavidades oculares y un par de mandíbulas batientes que vociferaron  palabras salidas de ultratumba:  “Tú te bajas aquí, estafador” –dijo mientras levantaba con un solo brazo al hombre trajeado y lo lanzaba fuera del vagón.
Inmediatamente un par de sombras que aparecieron del suelo le levantaron y llevaron hasta un foso lleno de gusanos. El estafador comenzó a gritar mientras los gusanos le atravesaban la piel y comenzaban a devorarle por dentro.
Estos gusanos te devorarán en vida, como tú lo hiciste al lucrarte como un parásito del trabajo y el dinero de los demás para llevar una vida de lujos- dijo el falso mendigo que al que ya fácilmente se podía distinguir como un demonio. “Uds. no tendrán tanta suerte”.  ¿Y a donde nos llevan? –Aterrorizado preguntó el ladrón menos astuto.   “Uds. irán en este tren…..Al más allá……”
Nadie supo más de esos delincuentes. Lo cierto es que cada vez que se pasa por el puente Eiffel sobre el río Yaguachi, puedes pedir un deseo… pero debes tener mucho cuidado con lo que pides…. Se te puede hacer realidad….”

(Adaptación libre de Eddi Zavala Mendoza)



ACTIVIDADES
1.   Vocabulario.  Busca en tu diccionario el significado de los siguientes términos:
Bonanza

Fajo

Contumaces

Acaudalados

Bribones

Botín

Manso

Maltrecha

Acecho

Impetuosamente

Atrincheraban

Trasto

Pelafustanes

Andén

Agazaparon

Tétrico

Viscoso

Lucrarse


 2.  Identificación.  Completa el siguiente cuadro:
PERSONAJES
CARACTERÍSTICAS (FÍSICAS/MORALES)











3.  Comprensión. Dibuja la ruta de escape de los ladrones, desde la callé Panamá en Guayaquil, hasta la montaña serrana pasando por  la estación de Bucay.









4.    Investiga. ¿Por qué al Cacao ecuatoriano se le decía “la pepa de oro”?
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5.  Descripción.  Enuncia los principales momentos del relato.
Introducción
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Nudo crítico
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Desenlace
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6.  Responda.
a)  ¿Por qué “Don Nicolás era un acaudalado negociante?
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b)  ¿Por qué razón los pillos  tuvieron facilidad para escapar por el Rio Guayas?
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c)   ¿Qué sucedió en la estación del tren de Durán?
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d)  ¿En qué se diferenciaban los otros dos pasajeros que viajaban con los pillos? ¿En qué se parecían?
e)  ¿Cuál fue el deseo que pidieron los delincuentes al pasar por el rio Yaguachi?
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f)  ¿De qué detalle se percataron los delincuentes en la estación de Milagro?
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g)  ¿Por qué estaban asustados los delincuentes?
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h)   ¿Qué cambios sufrió el Tren tras pasar la estación de Bucay?
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i)   ¿Qué les intentó decir el anciano a los delincuentes con la frase “Uds. no tendrán tanta suerte” ?
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7.  Actividades adicionales
a)  Justifique el título del relato
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b)  Después de leer el relato, ¿qué título le pondría Ud.?
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